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lunes, 25 de agosto de 2014

LA ESCUELA NORMAL Y SU DIRECTOR FIDEL LUIS ALVELDA - 2



Segunda Parte

Por el Lic. Gustavo Cichero

En la primera parte se hizo referencia a los orígenes de la Escuela Normal y al protagonismo que jugó en la misma el Director Fidel Alvelda. 


Este actor de la historia educativa, se desempeñó como docente en la Escuela Normal durante casi 34 años ininterrumpidos.
Según el periodista Adrián Patroni, corresponsal de la Agencia Noticiosa Saporiti, “Conversando con profesores de esa escuela, después de la visita, fuera del establecimiento, nos dijeron que su director se distinguía por su fervoroso espíritu de maestro, que sus métodos y merecimiento le han permitido mantener siempre una disciplina sin violencia […]. Todo esto es muy honroso para la Escuela que nos ocupa, para su director y el cuerpo de profesores” (1)
Cuando en 1941 la promoción de maestros de 1916 cumplía sus bodas de plata, asistió a una clase de Geografía dictada por el profesor Alvelda. En ese entonces, uno de los maestros que compartía con sus compañeros de promoción la clase magistral, destacó que las enseñanzas del ilustre docente, habían marcado su vocación como maestro, poniendo en práctica el aprendizaje adquirido. Finalizada la clase, otro de los ex alumnos de Alvelda, Demetrio García, improvisó unas palabras, en las que recordó con emoción su paso por las aulas y reconoció con elogios la tarea del maestro que acabada de hablarles.(2)


En un artículo publicado por el Diario La Mañana, se lee: “[…] el profesor Alvelda puede contemplar los bellos frutos de su afanosa consagración al noble apostolado: una gran legión de maestros desparramada por el país, la simiente fecunda del saber y la escuela […]” (3)
Después de tantos años entregados a la tarea educativa, fue recompensado con la jubilación en noviembre de 1942. Un mes después fue homenajeado por sus amigos, colegas y alumnos. El acto tuvo lugar en la escuela Normal, donde la vicedirectora Leopoldina A. de Lasa, despidió a su superior con un discurso en nombre de todos los docentes, entregándole además una medalla de oro y un pergamino. Seguidamente hablaron los alumnos Horacio Barroetaveña y Haydee Benavente, quienes también ofrecieron presentes en representación del alumnado. Otra alumna sucedió a sus compañeros, recitando “Vals del Adiós”, poesía del doctor Roberto Beracochea.



Los discursos fueron acompañados por canciones y números musicales en piano y violín, ejecutados por alumnos y profesores.
Finalmente y después de recibir un merecido homenaje, Alvelda pronunció el último discurso como director de la Escuela Normal. En sus palabras de despedida resaltó “[…] las normas inquebrantables a que había ajustado su actuación docente, declarando su fe en los principios democráticos y su lealtad a las libertades civiles y políticas […] señaló los conceptos que deben tenerse presentes para la formación espiritual  de la juventud y dijo que su vinculación con la escuela […] no había terminado con su jubilación, pues el alma de aquella continuará viviendo en él” (4)



REFERENCIAS
 (1)PATRONI, Adrián. “La Escuela Normal y su Director”. Diario La Mañana”. Gualeguay. Domingo 1 de Diciembre de 1940. Pág. 1
(2)Cf. “Los maestros de 1916 celebran el 25º Aniversario de su Graduación”. Diario La Mañana. Gualeguay. Domingo 21 de Septiembre de 1941. Pág.1
(3)“Prof. F. Luis Alvelda”. Diario La Mañana. Gualeguay. Martes 14 de abril de 1942. Pág. 1
(4)”Fue objeto de un elocuente homenaje el profesor F. Luis Alvelda”. Diario La Mañana. Gualeguay. Martes 22 de diciembre de 1942. Págs. 1-2

martes, 22 de julio de 2014

Educadores en Gualeguay en el siglo XIX (3)



Los ilustrados y su compromiso con la población (3ª y última parte)

Por el Lic Gustavo Cichero

 
Como se ha documentado en los artículos anteriores, los intelectuales de nuestra ciudad sentían la necesidad de encabezar los emprendimientos culturales nacientes. Es así que la primera comisión directiva de la Sociedad Fomento Educacional, consideraba que las personas tienen la responsabilidad y la obligación de comprometerse en las instituciones privadas, pues desde ellas se puede lograr el desarrollo y el crecimiento del país. Así se expresa en la inauguración de la Biblioteca Popular: “Es necesario que los hombres bien inspirados se consagren a llevar sus deberes para con su patria, en la forma que lo hace la asociación “Fomento Educacional”, que si bien es modesta y poco ruidosa o deslumbrante, tiene la ventaja de ser la más adecuada a nuestra situación y la que tiene que dar más benéficos resultados para la prosperidad nacional, que todo argentino desea y debe tener como ideal de sus nobles aspiraciones patrióticas”.(1)

Para este grupo de hombres, el amor a la patria va acompañado de un desarrollo ideológico e intelectual. Cuando esto falta, prevalece la vanidad y los intereses personales. La elite intelectual, veía que la individualidad del hombre es consecuencia de la industrialización y el capitalismo desmedido, que posicionan al “afán de lucro” en primer orden. Esta situación provoca un descuido intelectual y las letras entran en decadencia.
Antonio Medina consideraba que el grupo instruido de Gualeguay era “iluminado”, ya que trabajaba por el desarrollo de la ciudad y lo ponía de manifiesto con las siguientes palabras: “Nosotros en la esfera limitados que actuamos, no podemos quejarnos que no trabajamos por nuestro perfeccionamiento social, por nuestra cultura, por nuestro porvenir y grandeza. Vivimos de un tiempo a esta parte, en esa atmósfera saludable; anhelamos ese bien como un tesoro, que nos haga ricos de virtudes, y como una panacea, que cure nuestras dolencias morales.
Seguir adelante, es lo que debemos hacer; no desmayar en el cumplimiento de esa misión santa; dar ejemplo de que conocemos la importancia de la grandiosa obra que realizamos, y de los ideales levantados que perseguimos.

 
No dejar decaer los ánimos; aprovechar del entusiasmo que aún germinan en nuestros corazones por las empresas de tal género.  
Esa es la campaña que nos toca abrir o empezar para derrotar en el presente año, como en le anterior, al crudo invierno que se nos viene encima con su cortejo de frialdad, indiferencia, apatía y desaliento”. (2)
Pero no todos coincidían, en que “los progresistas” de Gualeguay, verdaderamente lo eran. Para otro sector de la población, eran solo exhibicionistas, que utilizaban estas instituciones para hacer propaganda de su persona.
A pesar de las críticas sufridas y la oposición local, este grupo de emprendedores, no claudicó en sus fines y continuó con su acción educacionista.

  

REFERENCIAS
(1)MEDINA Antonio. Inauguración de la Biblioteca Popular (4/9/1892) En Páginas Sueltas. Gualeguay. Imprenta de W. Martínez. 1905. Pág. 105.

(2)MEDINA, Antonio “En Pleno Renacimiento (en el Teatro Nacional con motivo de la velada literario-musical organizada a beneficio de la Sociedad “Fomento Educacional”) 23-4-1893. En Páginas Sueltas. Ob. Cit. PP. 113-114


FUENTES CONSULTADAS

*MEDINA, Antonio. Páginas Sueltas: Colección de Artículos y discursos. Gualeguay. Imprenta de W. Martínez. 1905. 251 p.

*PEREZ AMUCHÁSTEGUI A. J. Mentalidades Argentinas 1860-1930. Bs. As. Eudeba. 1977. PP 1-98



jueves, 26 de junio de 2014

EDUCADORES EN GUALEGUAY EN EL SIGLO XIX (2)



Los ilustrados y su compromiso con la población (2ª parte)
Por el Profesor Gustavo Cichero

Como se publicó en la primera parte de este estudio, el compromiso cultural de los intelectuales de nuestra ciudad, no es aislado. Distintos motivos movilizaron a los burgueses e intelectuales de todo el mundo, a comprometerse con la educación de los sectores populares. En algunos casos, el alto índice de delincuencia, en otros la difusión de ideologías subversivas y en el nuestro, la necesidad de encaminar la nación por la senda del progreso sostenido, tal como lo deseaban los ideólogos de la generación Romántica.


Los tratados pedagógicos del Siglo XIX, se preocuparon por la formación popular, pues además de solucionar los problemas antes expuestos, dignificaba la moral de la población y lo perfeccionaba.
La educación en Europa y América, hacía hincapié en despertar el patriotismo popular, moralmente virtuoso y útil para la sociedad.

Los ilustrados gualeguayenses, asumieron como un deber, la formación intelectual de sus vecinos. Así lo expresa Antonio Medina:
“Como miembro de una sociedad, estamos sujetos a las obligaciones que ella impone, no ya con ese carácter casi divino establecido en la familia, sino determinado, por la necesidad del auxilio mutuo del hombre. Hay también el deber de velar por la perpetuidad de las sanas costumbres y el perfeccionamiento del linaje humano.”(1)

Queda claro que este referente de la ilustración local, sentía la obligación de trabajar por el progreso cultural de la comunidad en que se desarrollaba. Esta tarea, voluntariamente asumida, nació desde su juventud. Medina, estudiante del Histórico Colegio de Concepción del Uruguay así lo expresa en un discurso pronunciado en 1876:
“¡Cuán satisfactorio  ha de ser para el hombre cumplir con el triple deber de la familia, de la sociedad y de la patria.
Hoy nos ilustramos: unos favorecidos por alguna cooperación que prestan los Gobiernos, otros debido a los sacrificios de sus familias que les proporcionan las necesidades que exige la separación del hogar paterno; y así vamos caminando paulatinamente, hacia el día que podamos hacer efectivas las obligaciones que desde ya conocemos y que deseamos cumplir con la mayor buena voluntad.
Pero llegado ese día, en que hayamos terminado nuestras tareas, cuando se nos haya dado un título honorífico en recompensa de nuestra contracción al estudio, cuando tengamos que poner en práctica esas luces adquiridas- ¿cómo podremos llegar a ser útiles al Estado?”(2)

La respuesta a esta pregunta, Antonio Medina y otros tantos que compartían sus ideas, la encontraron en el trabajo voluntario y desinteresado, fundando y dirigiendo instituciones culturales, económicas y de bien público que perduran hasta nuestros días, como la Sociedad Fomento Educacional, la Biblioteca Popular, el Club Tiro Federal, la Escuela Nocturna “Cristóbal Colón” y la Sociedad Rural, entre tantas otras que ya no existen.
Continuará


(1) MEDINA, Antonio. Páginas Sueltas: Colección de Artículos y discursos. Gualeguay. Editorial de W. Martínez. 1905. Pág. 11.

(2) MEDINA. Antonio. Artículo publicado en “LA AURORA” de Concepción del Uruguay. 25 de junio de 1876. En Páginas Sueltas. Ob. Cit. Pág. 12

viernes, 14 de febrero de 2014

EDUCADORES EN GUALEGUAY EN EL SIGLO XIX (1)



Los ilustrados y su compromiso con la población (1ª parte)

Por el Prof. Gustavo Cichero

A diferencia de los siglos anteriores, cuando la fe cristiana se presentaba como la única redentora de la humanidad, en el siglo XIX, “los intelectuales” se mostraban como los nuevos salvadores del mundo, considerando que el conocimiento científico, era la fuente para el continuo progreso y la solución a los males de las personas. Con la difusión de su “mentalidad”, el laicismo se propagó en la sociedad.
Los dirigentes de las asociaciones culturales que existieron en nuestro país, se identificaron en su gran mayoría con el liberalismo. Creían en un progreso permanente, desde lo religioso eran agnósticos y se afirmaban en las experiencias del pasado para proyectar el futuro. Estos grupos dirigentes, combinaban una profunda admiración por las naciones europeas con un gran patriotismo hacia nuestra república.
 
Volante de la Sociedad de Fomento Educacional
El grupo de “ilustrados” gualeguayenses, estaba integrado por empleados públicos, profesionales de la educación, abogados y médicos.
La mentalidad de los reconocidos intelectuales occidentales y argentinos del S XIX – dentro de los que podemos encontrar a los fundadores de la gualeya “Sociedad Fomento Educacional” -, reflejaba que en sus vidas estaba implícita la obligación moral y el trabajo de civilizar al pueblo.
Esta clase trasladó sus intereses asociacionistas a toda la comunidad, tratando de difundir sus ideas y proyectos por todos los medios que estuvieran a su alcance, ya sea espectáculos o simplemente la propaganda en la prensa.

En Gualeguay, a través de la Biblioteca Popular y la Escuela Nocturna Cristóbal Colón – ambas instituciones fundadas por la Sociedad Fomento Educacional -, se convirtieron en los “contribuyentes culturales” del pueblo, difundiendo la lectura, dando conferencias o dictando cursos. 
Detalle del volante
Según el fundador y primer presidente de “La Fomento”, el Dr. Antonio Medina, la culminación de los estudios universitarios “[…] me imponía serios deberes para con la patria, cuando había llegado el momento de consagrarle a ella mis esfuerzos en la limitada esfera que el destino me deparaba.
Si bien de esa actitud fluye una íntima satisfacción para mí, por el deber cumplido; las obras realizadas tienen su importancia especial para Gualeguay, porque ellas arrojan un timbre de honor sobre él, como pueblo culto y progresista, dispuesto siempre a propiciar con entusiasmo toda tendencia altruista, y a realizar las empresas que se tradujeran en un beneficio moral o material para sus habitantes”(1)

 
Detalle del volante
Las comisiones directivas de la Sociedad Fomento Educacional, tuvieron una gran influencia sobre el conjunto del vecindario. Esto puede verse en las actividades públicas que desarrollaron, en el impulso de la lectura y en la educación sistemática impartida desde la Escuela Colón.
Las diferencias sociales existentes desde el punto de vista cultural, trataron de ser salvadas a través de la alfabetización. La Biblioteca Popular  y la Escuela Nocturna fueron las herramientas.

Referencias
(1)MEDINA, Antonio. Páginas Sueltas: Colección de Artículos y discursos. Gualeguay. Editorial de W. Martínez. 1905. Pág.6