Por Jorge
Surraco Ba
Síntesis introductoria
Hace un tiempo participamos en una mesa redonda cuyo
título y temática se sintetizaba en su título: “Problemas y criterios en la
selección de contenidos en la enseñanza de…” En los puntos suspensivos
figuraba una materia específica que aquí no mencionaremos para evitar cualquier
condicionamiento o visión parcial, en el abordaje conceptual. Partimos de la
comprobación práctica de la imposibilidad de desarrollar en un curso, todos los
contenidos que abarca una asignatura y de la pregunta, a veces agobiante, que
nos hacemos los docentes: “Si no puedo
dar todo, ¿Qué doy o qué no doy?
En la presente nota presentamos una síntesis de lo
expuesto para poder ofrecer un panorama global
de la propuesta, que iremos desarrollando de manera detallada en próximas
publicaciones. Hacemos referencia a esa mesa redonda y la tomamos como punto de
partida de esta publicación, como un indicador, aunque pequeño, de la
instalación que el tema tiene en la preocupación de los docentes de distintas
áreas.
Creemos que la selección de contenidos de una
asignatura es uno de los asuntos cruciales y plenos de incertidumbre que
enfrenta todo docente al preparar o programar una clase o un curso, por lo que nos
parece conveniente detenernos en algunas reflexiones basadas en la práctica
didáctica y en lo planteado en libros especializados.
Esperamos que sea de utilidad para quienes se
preocupan y ocupan de esta tarea, a veces controversial, dentro de la cotidianidad
docente.
Esta
propuesta comenzó cuestionando respetuosamente la inclusión de la palabra
problema en la temática de la mesa dado que considera que los supuestos
problemas son cuestiones necesarias, constitutivas e inseparables de cualquier
actividad de enseñanza/aprendizaje. Si comenzamos calificando como problema a acciones
y decisiones que debemos tomar,
estaremos agregando dificultades al acto que indefectiblemente realizaremos.
Creemos que los problemas no existen como tales en el mundo real, sino que allí
se presentan elementos y hechos, actos que nuestra mente evalúa y en algunas
oportunidades puede calificar como problema. El surgimiento del supuesto problema
no está en los hechos, sino en la mente que los evalúa.
La propuesta plantea una hipótesis referida a la
inexistencia de normas, técnicas o procedimientos universales (tipo receta,
manual o guía), acerca de la selección o recorte de contenidos, aplicables a
cualquier situación de aprendizaje.
Sostiene además, aunque a primera lectura puede
parecer una contradicción, que el análisis para la selección de contenidos en
una materia muy especializada por el campo que al que hace referencia, no
difiere substancialmente del análisis para la selección de contenidos en cualquier
disciplina que se enseñe en los ámbitos educativos de todos los niveles. Es una
tarea intelectual que exigirá igual esfuerzo independientemente de los
contenidos que se encaren y que mostrará que no es posible dictar un estatuto
que regule esa tarea.
Considera
que en la selección de contenidos actúan una serie de factores que van
estableciendo el marco y los alcances de esa selección.
Postula que si la intención es igualmente buscar principios
o criterios generales aplicables a modo de manual o guía, es necesario recurrir
al campo de la teoría y la práctica didáctica general, para luego pasar a la
especificidad de cada asignatura y preguntarse si es posible dictar algún tipo
de normativa de aplicación general.
Resalta que no es posible hablar solamente
de la selección de contenidos, aislándola de los demás componentes del acto
didáctico (especialmente los recursos y el sistema de evaluación), y sin tener
en cuenta además todos los factores que inciden en el diseño curricular de un
curso, de una materia o de un tema en particular.
Trata de establecer el
alcance de las palabras “contenidos y selección o recorte de contenidos”, apelando al concepto: “el contenido de aprendizaje de una disciplina lo
constituye el conjunto de aportaciones culturales y científicas relativas a su
objeto de estudio, tanto material como formal”[1] alrededor del cual se
organizan las actividades de aula. Y
con respecto a la selección agrega que “una selección y organización adecuadas
ha de contribuir eficazmente
a la consecución de los aprendizajes significativos que se
pretenden”.[2]
Luego pasa a analizar los distintos factores que
inciden en los criterios de selección, destacando:
a) el tiempo disponible;
b) las condiciones objetivas del alumnado;
c) el concepto que el docente tiene de su disciplina
y de la forma de abordarla;
d) los objetivos que deben alcanzar los alumnos.
Posteriormente se ocupa de los conceptos didácticos
generales de validez, significación,
adecuación, interdisciplinariedad y globalización, explicando los alcances
de cada uno y su incidencia.
Plantea
que la selección de contenidos solamente no basta para alcanzar un aprendizaje
efectivo, sino que es necesario tener muy en claro la estructuración de esos
contenidos que pasará a ser la
estructura de la asignatura y que es necesario poder arribar a una gráfico de
la misma que permita visualizar a los alumnos, como en un mapa, el camino que
han de recorrer a lo largo del curso.
Manifiesta que la tarea de selección de contenidos no
siempre puede ser, como generalmente se piensa y se aborda, una tarea previa y fija, dado
que inciden además de los factores ya mencionados, las etapas siguientes de
planificación y de organización, que tampoco cierran dicho proceso de selección, sino que el mismo
continúa a lo largo del dictado de la asignatura. Esta idea transforma a la
selección de contenidos en un proceso continuo, vivo, cambiante, especialmente
si se parte del alumno como principal protagonista de la actividad didáctica.
Finalmente, al abordar lo específico de una materia, considera
que la concepción que se tenga de esa disciplina y el marco institucional donde
se desarrolla la actividad docente, también incidirá indefectiblemente en la
selección final.
En síntesis, no se trata de establecer criterios universales
en abstracto que permitan una tranquilizadora selección o recorte de
contenidos, sino que es necesario partir de cada situación de aprendizaje,
analizando todos los factores incidentes para poder arribar a una selección que
será útil para esa oportunidad espacial y temporal, con determinados
protagonistas y que posiblemente no sirva en otras dimensiones y con otros partícipes
del acto didáctico.
En una próxima publicación, iremos desarrollando los
puntos enunciados.