Los ilustrados y su
compromiso con la población (3ª y última parte)
Por
el Lic Gustavo Cichero
Como se ha documentado en los artículos
anteriores, los intelectuales de nuestra ciudad sentían la necesidad de
encabezar los emprendimientos culturales nacientes. Es así que la primera
comisión directiva de la
Sociedad Fomento Educacional, consideraba que las personas
tienen la responsabilidad y la obligación de comprometerse en las instituciones
privadas, pues desde ellas se puede lograr el desarrollo y el crecimiento del
país. Así se expresa en la inauguración de la Biblioteca Popular:
“Es necesario que los hombres bien
inspirados se consagren a llevar sus deberes para con su patria, en la forma
que lo hace la asociación “Fomento Educacional”, que si bien es modesta y poco
ruidosa o deslumbrante, tiene la ventaja de ser la más adecuada a nuestra
situación y la que tiene que dar más benéficos resultados para la prosperidad
nacional, que todo argentino desea y debe tener como ideal de sus nobles
aspiraciones patrióticas”.(1)
Para este grupo de hombres, el amor a la
patria va acompañado de un desarrollo ideológico e intelectual. Cuando esto
falta, prevalece la vanidad y los intereses personales. La elite intelectual,
veía que la individualidad del hombre es consecuencia de la industrialización y
el capitalismo desmedido, que posicionan al “afán de lucro” en primer orden.
Esta situación provoca un descuido intelectual y las letras entran en
decadencia.
Antonio Medina consideraba que el grupo
instruido de Gualeguay era “iluminado”, ya que trabajaba por el desarrollo de
la ciudad y lo ponía de manifiesto con las siguientes palabras: “Nosotros en la esfera limitados que
actuamos, no podemos quejarnos que no trabajamos por nuestro perfeccionamiento
social, por nuestra cultura, por nuestro porvenir y grandeza. Vivimos de un
tiempo a esta parte, en esa atmósfera saludable; anhelamos ese bien como un
tesoro, que nos haga ricos de virtudes, y como una panacea, que cure nuestras
dolencias morales.
Seguir
adelante, es lo que debemos hacer; no desmayar en el cumplimiento de esa misión
santa; dar ejemplo de que conocemos la importancia de la grandiosa obra que
realizamos, y de los ideales levantados que perseguimos.
No
dejar decaer los ánimos; aprovechar del entusiasmo que aún germinan en nuestros
corazones por las empresas de tal género.
Esa
es la campaña que nos toca abrir o empezar para derrotar en el presente año,
como en le anterior, al crudo invierno que se nos viene encima con su cortejo
de frialdad, indiferencia, apatía y desaliento”. (2)
Pero no todos coincidían, en que “los
progresistas” de Gualeguay, verdaderamente lo eran. Para otro sector de la
población, eran solo exhibicionistas, que utilizaban estas instituciones para
hacer propaganda de su persona.
A pesar de las críticas sufridas y la
oposición local, este grupo de emprendedores, no claudicó en sus fines y
continuó con su acción educacionista.
REFERENCIAS
(1)MEDINA Antonio. Inauguración de la Biblioteca Popular
(4/9/1892) En Páginas Sueltas.
Gualeguay. Imprenta de W. Martínez. 1905. Pág. 105.
(2)MEDINA, Antonio “En Pleno Renacimiento (en
el Teatro Nacional con motivo de la velada literario-musical organizada a
beneficio de la Sociedad
“Fomento Educacional”) 23-4-1893. En Páginas
Sueltas. Ob. Cit. PP. 113-114
FUENTES
CONSULTADAS
*MEDINA, Antonio. Páginas Sueltas: Colección de Artículos y discursos. Gualeguay.
Imprenta de W. Martínez. 1905. 251 p.
*PEREZ
AMUCHÁSTEGUI A. J. Mentalidades
Argentinas 1860-1930. Bs. As. Eudeba. 1977. PP 1-98
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