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lunes, 31 de octubre de 2011

Certezas del enseñar y dudas del aprender - 6

Documento 6
Por Jorge Surraco

 Espacios y tareas

El aula y sus espacios
En un principio el aula era el lugar, el espacio del príncipe soberano, es decir su palacio. Hoy el aula es la sala donde se imparten cursos y clases en un centro docente o el sitio o recinto destinado a dar clases en universidades, colegios, escuelas, academias, etc.
Desde hace algunos años puede leerse en los escritos sobre educación, la expresión “espacio áulico” como denominación del recinto que nos ocupa. Pero para los diccionarios de la lengua castellana el término “áulico o áulica” como adjetivo, se sigue refiriendo a lo que tiene que ver con la corte o el palacio y, como sustantivo, es sinónimo de cortesano, palaciego o palatino, pero no sólo en castellano sino también en sus equivalentes en inglés. Recordemos de paso que aula en inglés se dice “classroom”  (en traducción literal: el lugar o sitio o habitación de la clase).

A mediados del siglo V, los visigodos en “Hispania” tenían su “Aula Regia” que era un organismo del estado que asesoraba al monarca en asuntos políticos, militares, legislativos y judiciales. No hemos podido determinar el momento que el término aula comienza a usarse en el sentido actual, aunque es probable que esté relacionado con el organismo de los godos en España, pero lo que es evidente es el carácter “noble” de su origen, lo que le otorgaría ciertas prerrogativas, privilegios y títulos que se transmiten por herencia.

Pero de lo que no cabe duda dentro del acto educativo es que el aula es el lugar fundamental de las actividades de aprendizaje. Es el espacio de confluencia e interacción de docentes y alumnos. Las acciones fuera del aula tienen el carácter de complementariedad, ampliación y profundización pero no de abordaje o estudio de temas del programa no desarrollados en la misma. Por tal razón el cumplimiento de los tiempos establecidos para esas actividades es de fundamental importancia. Es necesario respetar y hacer respetar los horarios de inicio, descanso intermedio y finalización de cada clase. Pero el cumplimiento de la carga horaria no es suficiente para alcanzar el conocimiento, si en su transcurrir no se desarrollan actividades debidamente planificadas en función de objetivos claramente planteados.

Esto no exime al alumno de las obligaciones que debe desarrollar fuera del aula. Las lecturas, investigaciones, trabajos prácticos y otros a realizar fuera de los horarios de clase, son el necesario e inevitable complemento o actividad completiva que se añade al aula para lograr un aprendizaje cabal y deseosamente pletórico.
Las acciones fuera del aula deben tomarse como una extensión del espacio de aprendizaje, no solamente en cuanto a tareas derivadas de las clases, sino en la participación de actividades tales como jornadas, talleres, seminarios que cada casa de estudio organice para las carreras que administra, así como los eventos ofrecidos por los sectores culturales y profesionales internos y externos al claustro.
El aula es el eje de la rueda del aprendizaje, los rayos están constituidos por las actividades externas a la misma y la acción del docente es la llanta, como en todo vehículo rodante, que une los rayos para que la rueda pueda cumplir su cometido.
El alumno no puede procurar, invirtiendo solamente el tiempo de la clase, alcanzar una formación plena y efectiva. El docente actúa en tal sentido, estimulando y orientando la participación del alumno en todas las actividades que faciliten su aprendizaje. 

El rol docente
El rol principal del docente es el de ser facilitador y mediador en el proceso de aprendizaje. Un guía o un líder de ese proceso antes que un dador de conocimientos para un aceptor pasivo.
“La mediación pedagógica es el tratamiento de contenidos y formas de expresión de los diferentes temas a fin de hacer posible el acto educativo, dentro del horizonte de una educación concebida como participación, creatividad, expresividad y relacionalidad (...) mediación en el estricto sentido de mediar entre determinadas áreas del conocimiento y de la práctica y quienes están en situación de aprender algo de ellas (...) la mediación pedagógica ocupa un lugar privilegiado en cualquier sistema de enseñanza-aprendizaje. En el caso de la relación presencial es el docente quien debería actuar como mediador pedagógico entre la información a ofrecer y el aprendizaje por parte de los estudiantes.” (Francisco Gutiérrez Pérez y Daniel Prieto Castillo – La Mediación Pedagógica)

Pero en este sentido debemos tener en claro en que modelo de enseñanza y aprendizaje estamos insertos. ¿Se trata de un modelo pedagógico (cuyo objetivo es educar) o de un modelo temático (cuyo propósito es informar)? ¿Nos interesan sólo los contenidos como claves de todo el proceso? ¿Se trata solamente de traspasar información y de comprobar que ha retenido el estudiante? ¿Concebimos la educación como una transferencia de conocimientos o buscamos un modelo educativo integral?
Claro que las respuestas a estos interrogantes puede hacernos volcar por comodidad hacia el modelo temático pero, ¿quién hace de la docencia una razón de vida (porque hacerla un medio sabemos que es bastante difícil) puede contentarse con sólo transferir información? 

Se trata –dice Scotet- de “la elaboración de programas con contenidos que abarquen, en extensión y profundidad, lo que el sujeto que aprende debe saber y no de lo que el sujeto que enseña sabe. Esto obligaría a los profesores facilitadores o mediadores del aprendizaje a estar permanentemente en renovación de teorías, técnicas o procesos metodológicos y aplicaciones y, al mismo tiempo, en total relación con la generación del conocimiento que se produce dentro y fuera del contexto universitario.... Al mismo tiempo, este cambio de papel del profesor actual, introduce una relación totalmente distinta con el estudiante, dado que se crea una nueva filosofía educativa, en donde aprender es una aventura compartida, fascinante, intrigante y necesaria, en vez de autoritaria, fatigosa y aburrida.” (Scotet, Miguel Angel, obra citada)
Las tareas docentes 
Las tareas docentes están comprendidas en lo que se conoce como acto didáctico, cuyas partes componentes podemos visualizar en el siguiente gráfico:
  

Formulación y aplicación de objetivos: Los objetivos no son una mera declaración de principios sino partes constituyentes y fundacionales del mismo acto educativo, atravesando todos los niveles del mismo. Objetivos generales de la asignatura pero también objetivos del método que guiará la acción educativa, de las técnicas o estrategias de enseñanza y aprendizaje, de las actividades a desarrollar, de los recursos a utilizar y de los criterios de evaluación. Los objetivos son la idea nuclear de cada etapa, el faro que permite retomar el rumbo a puerto en los momentos de confusión o de incertidumbre.

Recorte de los contenidos: Las asignaturas de las carreras generalmente están presentadas en una guía académica que entre otros aspectos desarrolla un programa de contenidos. Este es un marco referencial, una guía que encolumna a cada asignatura dentro un área del conocimiento estableciendo su nivel y alcances. Cada docente realiza su recorte de contenidos en función del tiempo disponible, de la carrera en la cual se inserta la asignatura, del perfil de los alumnos cursantes y de los objetivos planteados. De nada vale quejarse por la falta de tiempo para desarrollar un cúmulo de contenidos, sino plantearse cuales contenidos se puede desarrollar dentro del tiempo disponible y de acuerdo a las otras variables que acotan el dictado de una asignatura.

Tratamiento de los contenidos: Los contenidos que el docente lleva al aula son tratados de manera particular así provengan de un libro o de su propia experiencia. El docente realiza una transposición didáctica que consiste en la traducción del conocimiento erudito al conocimiento comprensible. Esa transposición didáctica tiene un recorrido que no es otra cosa que los pasos que sigue el conocimiento desde su productor hasta llegar al alumno.

Explicitación del método a utilizar: El método a aplicar, entendiendo por tal al plan global de la acción en relación con principios y propósitos, está claro no sólo en la mente del docente sino manifestado en la puesta en marcha del acto educativo. Docentes y alumnos conocen y comparten el método como una forma de acercamiento, de transparentar los códigos y de entender el por qué de las acciones.

(Continuará)

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