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domingo, 12 de abril de 2015

La selección de contenidos en la práctica didáctica - 1



Por Jorge Surraco Ba

Síntesis introductoria


Hace un tiempo participamos en una mesa redonda cuyo título y temática se sintetizaba en su título: “Problemas y criterios en la selección de contenidos en la enseñanza de…” En los puntos suspensivos figuraba una materia específica que aquí no mencionaremos para evitar cualquier condicionamiento o visión parcial, en el abordaje conceptual. Partimos de la comprobación práctica de la imposibilidad de desarrollar en un curso, todos los contenidos que abarca una asignatura y de la pregunta, a veces agobiante, que nos hacemos los docentes: “Si no puedo dar todo, ¿Qué doy o qué no doy?

En la presente nota presentamos una síntesis de lo expuesto para poder ofrecer  un panorama global de la propuesta, que iremos desarrollando de manera detallada en próximas publicaciones. Hacemos referencia a esa mesa redonda y la tomamos como punto de partida de esta publicación, como un indicador, aunque pequeño, de la instalación que el tema tiene en la preocupación de los docentes de distintas áreas.

Creemos que la selección de contenidos de una asignatura es uno de los asuntos cruciales y plenos de incertidumbre que enfrenta todo docente al preparar o programar una clase o un curso, por lo que nos parece conveniente detenernos en algunas reflexiones basadas en la práctica didáctica y en lo planteado en libros especializados.
Esperamos que sea de utilidad para quienes se preocupan y ocupan de esta tarea, a veces controversial, dentro de la cotidianidad docente.


Esta propuesta comenzó cuestionando respetuosamente la inclusión de la palabra problema en la temática de la mesa dado que considera que los supuestos problemas son cuestiones necesarias, constitutivas e inseparables de cualquier actividad de enseñanza/aprendizaje. Si comenzamos calificando como problema a acciones y decisiones que debemos  tomar, estaremos agregando dificultades al acto que indefectiblemente realizaremos. Creemos que los problemas no existen como tales en el mundo real, sino que allí se presentan elementos y hechos, actos que nuestra mente evalúa y en algunas oportunidades puede calificar como problema. El surgimiento del supuesto problema no está en los hechos, sino en la mente que los evalúa.

La propuesta plantea una hipótesis referida a la inexistencia de normas, técnicas o procedimientos universales (tipo receta, manual o guía), acerca de la selección o recorte de contenidos, aplicables a cualquier situación de aprendizaje.

Sostiene además, aunque a primera lectura puede parecer una contradicción, que el análisis para la selección de contenidos en una materia muy especializada por el campo que al que hace referencia, no difiere substancialmente del análisis para la selección de contenidos en cualquier disciplina que se enseñe en los ámbitos educativos de todos los niveles. Es una tarea intelectual que exigirá igual esfuerzo independientemente de los contenidos que se encaren y que mostrará que no es posible dictar un estatuto que regule esa tarea.

Considera que en la selección de contenidos actúan una serie de factores que van estableciendo el marco y los alcances de esa selección.

Postula que si la intención es igualmente buscar principios o criterios generales aplicables a modo de manual o guía, es necesario recurrir al campo de la teoría y la práctica didáctica general, para luego pasar a la especificidad de cada asignatura y preguntarse si es posible dictar algún tipo de normativa de aplicación general.

Resalta que no es posible hablar solamente de la selección de contenidos, aislándola de los demás componentes del acto didáctico (especialmente los recursos y el sistema de evaluación), y sin tener en cuenta además todos los factores que inciden en el diseño curricular de un curso, de una materia o de un tema en particular.

 Trata de establecer el alcance de las palabras “contenidos y selección o recorte de contenidos”, apelando al concepto: “el contenido de aprendizaje de una disciplina lo constituye el conjunto de aportaciones culturales y científicas relativas a su objeto de estudio, tanto material como formal”[1] alrededor del cual se organizan las actividades de aula. Y con respecto a la selección agrega  que “una selección y organización adecuadas
ha de contribuir eficazmente a la consecución de los aprendizajes significativos que se pretenden”.[2]

Luego pasa a analizar los distintos factores que inciden en los criterios de selección, destacando:
a) el tiempo disponible;
b) las condiciones objetivas del alumnado; 
c) el concepto que el docente tiene de su disciplina y de la forma de abordarla;
d) los objetivos que deben alcanzar los alumnos.

Posteriormente se ocupa de los conceptos didácticos generales de validez, significación, adecuación, interdisciplinariedad y globalización, explicando los alcances de cada uno y su incidencia.


Plantea que la selección de contenidos solamente no basta para alcanzar un aprendizaje efectivo, sino que es necesario tener muy en claro la estructuración de esos contenidos que pasará  a ser la estructura de la asignatura y que es necesario poder arribar a una gráfico de la misma que permita visualizar a los alumnos, como en un mapa, el camino que han de recorrer a lo largo del curso.

Manifiesta que la tarea de selección de contenidos no siempre puede ser, como generalmente se piensa y se aborda, una tarea previa y fija, dado que inciden además de los factores ya mencionados, las etapas siguientes de planificación y de organización, que tampoco cierran  dicho proceso de selección, sino que el mismo continúa a lo largo del dictado de la asignatura. Esta idea transforma a la selección de contenidos en un proceso continuo, vivo, cambiante, especialmente si se parte del alumno como principal protagonista de la actividad didáctica.

Finalmente, al abordar lo específico de una materia, considera que la concepción que se tenga de esa disciplina y el marco institucional donde se desarrolla la actividad docente, también incidirá indefectiblemente en la selección final.

En síntesis, no se trata de establecer criterios universales en abstracto que permitan una tranquilizadora selección o recorte de contenidos, sino que es necesario partir de cada situación de aprendizaje, analizando todos los factores incidentes para poder arribar a una selección que será útil para esa oportunidad espacial y temporal, con determinados protagonistas y que posiblemente no sirva en otras dimensiones y con otros partícipes del acto didáctico.

En una próxima publicación, iremos desarrollando los puntos enunciados.




[1] AAVV, Del proyecto educativo a la programación de aula, Barcelona, Editorial Graó, 1997.

[2] Obra citada

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